miércoles, 29 de julio de 2015

COMER EN HUNGRÍA




Si hay un país en Europa donde te puedes poner hasta arriba de comida sin que se resienta demasiado tu cartera, ese es Hungría. No tiene la fama que otros de sus países vecinos, pero su desconocida y peculiar gastronomía tiene también mucho que ofrecer a los viajeros. Y sobre todo a los mochileros, ya que como decíamos, los precios son infinitamente bajos.


En Hungría puedes comer más que decentemente por 1000 forintos, lo que no llegan a ser ni cuatro euros. Incluso puedes encontrar verdaderas gangas, y comerte lo equivalente a un menú por no más de 600 forintos (unos 2 euros). Las zonas turísticas, como en todas partes, tienen los precios más altos. En Budapest, si te alejas tan solo unas calles del centro, encontrarás una diferencia de casi el doble o el triple.



La comida húngara no es apta para estómagos débiles, lo avisamos. Y no se te ocurra pedir primero y segundo plato, ya que allí solo comen uno, eso sí, que vale por veinte. Supongo que al ser un país con temporadas de mucho frío, necesitan buenas y calientes raciones para mantenerse.  

Comida fuerte, contundente y muy especiada. Y picante. No es ese picor con el que no puedes ni comer, es más gradual. Según vas comiendo, te va subiendo y entrando una sensación de calor por todo el cuerpo- Y el culpable, es uno de los ingredientes básicos en la cocina húngara: el paprika, o pimentón dulce. Lo secan y luego lo distribuyen en la comida a modo especia.

Paprikas en un puesto húngaro


El famoso goulash es el plato estrella en Hungría. Consiste en una copa de carne (cerdo casi siempre, aunque es común utilizar otras carnes de caza, como la del ciervo), verduras y hortalizas, y multitud de especias. Lo sirven directamente del puchero y  aunque en invierno debe ser lo mejor para entrar en calor, la verdad es que en verano , entre la temperatura y el picante, pueden hacer que te derritas literalmente. Pero te engancharán igualmente, están buenísimos.

Típico goulash de cerdo, del Mercado Central de Budapest

Caldero de Goulash, en Tilos Festival

No solo en el goulash, la carne es ingrediente principal en la mayoría de los platos. Cerdo, ternera, pollo, pato… Lo normal es que la sirvan estofada o empanada en caso del pollo, con una guarnición de coles y una pasta alemana llamada spätzle, y acompañada también, de un gigantesco trozo de pan, tan gigantesco que puedes hasta usarlo como plato. Hamburguesas, patatas fritas, kebabs… son muy típicos en Hungría, especialmente en Budapest, donde te encuentras locales de comida rápida sin parar. Aunque la calidad depende del sitio (ojo con algunos kebabs), puedes encontrar lugares donde ofrecen calidad a muy buen precio, como Jaromir68 Cseh Söröző o el Kertem bar, ambos en Budapest.

"Hamburguesa Jaromir"

Filete de pollo a la brasa con pan y guarnición, en Kertem Bar

Las pizzas llevan todos los ingredientes que te puedas imaginar. Otro de los platos más representativos del país, es el lángos, una pizza hecha con masa de churros. De buenas a primeras, puedes pensar que debe ser muy grasiento. Y tienes razón, pero aun así, no podrás resistirte. El lángos tradicional solo lleva queso y cebolla, pero podrás encontrar cualquier tipo de variante. Yo me quedaría con el lángos dulce de chocolate y plátano, aunque hay un montón para elegir.

Lángos tradicional con queso y cebolla roja.

Lángos de pollo, beicon y champiñones

Pizza de masa original con nutella, plátano y fresas.

La verdad es que verduras, lo que se dice verduras frescas, comimos muy pocas. Aunque también, la oferta para los viajeros o los turistas no es igual que la comida que la gente come en casa, hay que tener en cuenta esto. No me veo a las familias húngaras comiendo lángos dulce todos los días. Más que nada porque sus arterias no sobrevivirían. 

Aunque como decía, verduras poquitas, si que hay alguna opción apta para vegetarianos. Como los champiñones rebozados que probamos en un pintoresco pueblo cerca de la capital. Iban acompañados de una guarnición de arroz y zanahoria, pero lo mejor era la salsa

Respecto a los postres, solo con ver las pizzas dulces, ya puedes imaginar que Hungría es el paraíso de la gochez. Por todos los rincones encuentras cafeterías-pastelerías con muchos tipos de bollos y tartas. El bollo más típico es el kakaóscsiga, una especie de caracola rellena de cacao, que a primera vista puede parecer un poco denso, pero es ideal para mojar en alguna bebida. También es habitual el kurtos kalacs, una especie de masa tierna y enrollada y recubierta de canela, limón, virutas de chocolate... Puedes encontrar pequeños puestos donde lo venden por tan solo un euro, repartidos por la calle y en las principales estaciones de metro. Es una autentica gozada comérselo calentito. 

Puesto de kurtos kalacs 

Y no nos podemos olvidar de los palacsinta rellenos, vamos, lo que es un creppe o una filloa de toda la vida. Te lo sirven cubierto de azúcar glas y relleno de chocolate, nata, nutella y hasta de cacao en polvo.

Palacsinta rellenos de cacao


Para terminar, no puedo dejar de mencionar los fabulosos Ice cofee. Allí, al pedir un café con hielo, te ponen un granizado de café con helado de vainilla y nata montada con un montón de toppings por encima. He de decir que desde que volví de este viaje, me he convertido adicta a estos cafés( y no soy la única), que si bien, puedes pedirlos en cualquier ciudad europea, en Hungría tienen un encanto especial. Y no me refiero al precio, aunque también. Eso sí, la calidad de café no es muy allá, al menos en los locales estándar. Pero con toda la guarrería que le ponen, ni lo notas.

Ice Cofee húngaro.

Aquí tenéis algunas recetas de los platos que tuvimos oportunidad de probar. Para que podáis hacerlas en casa y poneros finos y finas. 



PASOS


1. Batimos los huevos en un bol y añadimos la sal y el zumo de limón. Reservamos
2. En otro bol o plato, colocamos la harina con la pimienta negra y el pimentón. Reservamos.

3. En el último bol, colocaremos el pan rallado y la cebolla frita o deshidratada previamente desmenuzada (con los dedos o robot de cocina), para evitar una textura desagradable.
4. Poner al fuego una sartén honda con aceite.
5. Limpiar la tierra de puedan tener los champiñones y rebozar en el siguiente orden: harina, huevo y pan rallado.
6. Freir en abundante aceite hasta que estén dorados y colocar en un plato con papel absorbente para retirar el exceso de aceite.
7. Acompañar con una salsa tártara, mayonesa, de yogur...y un poco de arroz aromatizado con hierbas.







PASOS
1. Limpiamos los trozos de carne de ternillas y grasa. Si hace falta, trocear la carne más pequeña (un bocado)
2. Troceamos todas las verduras en cuadraditos pequeños, menos el tomate, y reservamos.
3. Ponemos una cazuela honda al fuego con un chorro de aceite.
4. Salpimentamos la carne y la rebozamos por la harina. Quitamos el exceso y vertemos en la cazuela. Freir hasta que la carne quede dorada.
5. Retiramos la carne y reservamos en un plato.
6. Añadimos a la cazuela el ajo, la cebolla y el puerro. Sofreimos a fuego lento durante 10 min
7. Añadimos una cucharada de pimentón y removemos sin que se queme
8. Incorporamos a la olla el pimiento rojo, la zanahoria y el tomate rallado con un rallador de queso
9. Incorporar el perejil, el pimiento húngaro y el comino, removiendo suavemente para incorporar los sabores.
10. Incorporamos la carne al guiso, el laurel y una vaso de vino tinto. Dejamos que reduzca a fuego medio durante 10-15 min
11. Cubrimos todo con más vino, caldo o agua (según paladares), rectificamos de sal y pimienta y dejamos cocer a fuego medio durante al menos 2 hora , removiendo de vez en cuando para que no se queme.   



PASOS
1. Ponemos en un cuenco todos los ingredientes, menos el agua y la mantequilla y amasamos.
2. Añadimos un buen trozo de mantequilla (como tres cucharadas) y un chorro de agua (como medio vaso).
3. Debemos ir añadiendo agua y mantequilla a la mezcla de forma gradual hasta conseguir una masa consistente pero no seca como el pan, más bien como una papilla muy espesa.
4. Ponemos una olla con agua, aceite y sal, y lo llevamos a ebullición.
5. colocamos nuestra masa sobre un colador encima de la olla, de forma que vayan cayendo pequeñas gotas
6. La pasta estará lista cuando empiece a flotar. Retiramos la pasta hecha con una espumadera y servimos caliente.










PASOS
1. Colocamos en una vaso 100 ml de leche tibia, 1 cucharada de miel, 2 cucharadas de harina y la levadura, dejándolo reposar un par de minutos sin remover
2. En otro recipiente mezclamos el resto de la leche, de la miel, las yemas de huevo y la sal.
3. En un bol tamizamos la harina y hacemos un hueco en el centro (como un volcán), y añadimos la mezcla de la levadura y la mezcla anterior del huevo.
4. Añadimos la mantequilla (100gr) y removemos bien hasta que se mezclen todos los ingredientes.
5. Tapamos con papel filmo un paño y dejamos reposar en un lugar templado durante 1 hora.
6. En un bol mezclamos la mantequilla, la miel y el cacao para el relleno, dándole un golpe de calor si es preciso para pintar la superficie de la masa.
7. Volviendo con la masa, debería haber duplicado su tamaño.
8. Extendemos la masa en la mesa de trabajo  hasta conseguir un grosor de 1cm. 
9. Repartimos el relleno por toda la masa, y lo enrollamos todo
 10. Cortamos rodajas de unos 2 cm de grosor y vamos colocando  sobre una bandeja de horno cubierta de papel vegetal.
11. Dejamos reposar las caracolas 15-30 min antes de meter en el   horno,  previamente calentado a 200º. Pintamos con mantequilla y  las  introducimos al horno durante 40 min aproximadamente.
 12. Debemos ir vaporizando de vez en cuando con leche con vainilla  para que nuestro dulce no se seque y brille.








PASOS

1. Disolver la levadura en leche tibia.
2. Mezclar en un bol la harina, la levadura, los huevos, el kefir (o yogur) y una pizca de sal.
3. Amasar hasta conseguir una bola y dejar reposar en un lugar cálido (alejado del sol y del aire) unos 20 minutos.
4. Volver a amasar con las manos y volver a dejar reposar otros 20 minutos.
5. Calentar aceite en una sartén con fondo hondo o una olla.
6. Hacer pequeños bollos y estirarlos a tamaño plato, con grosor de entre medio y un centímetro.
7. Freir por ambas caras y reservar en un plato para rellenar.
8. Rellena tu langos de los ingredientes que más te gusten. Pueden ser dulces o salados, como el tradicional de queso y cebolla.









¿Habéis estado en Hungría y conocéis algún otro plato del que no hemos hablado? ¡Contádnoslo y publicaremos la receta!

Os preguntaréis que qué pinta el mojito al lado del goulash, pero es que los húngaros son muy de cócteles ;) 

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