jueves, 3 de septiembre de 2015

ENTREVISTA A KIYOSHI YAMAOKA





Pintor japonés, amante del sol y de la gente de nuestra tierra, incondicional de Unamuno y de Picasso, cocinero... Así es Kiyoshi, protagonista de nuestra entrevista, más conocido en la zona como Yamaoka. Hablamos con él en uno de  restaurantes, el Babel Music Hall, un lugar que respira quietud y misterio, envuelto por luces y sombras. Las mismas que viven en el interior de este gran artista, las mismas que han hecho de su búsqueda existencial un verdadero arte.



¿Cómo era tu vida en Japón antes de venir a España?

Yo era fotógrafo profesional, me dedicaba a la publicidad: fotos para anuncios, carteles, catálogos… También trabajaba sacando fotos de cantantes famosos. Pero  no me gustaba, no era mi trabajo del futuro, mi trabajo definitivo. Mientras, llevaba diez años ganando concursos de pintura. Porque yo quería ser pintor. Mucha gente trabaja como fotógrafo para ganar dinero, era algo rentable, yo vivía y comía de la fotografía. Y luego pintaba. Tuve ocasión por aquel entonces de participar dos veces en una exposición, como amateur. Pero no estaba satisfecho. Quería ser un auténtico pintor. No eso. Entonces abandone Japón, y me fui a España a estudiar pintura.




¿Cómo fueron tus inicios al llegar aquí?

Al llegar allí, comencé a estudiar en la Escuela de San Fernando, la actual Academia de Bellas Artes. Al principio, me dedicaba a copiar obras de Rubens. 

Y entre tantos sitios, capitales donde el arte y la cultura se movía tanto como Madrid o Barcelona.. ¿Por qué El Escorial?

Cuando ya llevaba unos ocho nueve años estudiando en España, conocí a una mujer y me casé en la iglesia de San Francisco Grande de Madrid. Fue difícil, porque en aquella época, con Franco, no podías casarte si no eras católico.  Nos fuimos a vivir a un pequeño piso en Tirso de Molina. Pero se me quedaba pequeño, yo quería pintar cuadros grandes. Y encima vivíamos en un tercero, era difícil sacar y meter mis obras. Buscamos entonces algo diferente cerca de Madrid, miramos en Aranjuez y en otros sitios. Hasta que una amiga brasileña de la facultad junto a la que estudié grabado, me invitó a comer a su casa, que estaba en El Escorial. Fui con mi mujer y nos gustó mucho el sitio. Tuvimos que volver desde Madrid varias veces en autobús, para  encontrar una casa. Finalmente la encontramos enfrente del antiguo hospital de la Alcaldesa, en una esquina. Era una casita antigua de tres pisos, la casa ideal. Nos enamoramos de ella, pero el dueño no nos la alquilaba, solo quería venderla. Costaba cuatro millones de pesetas. Acepté, pero ¿Cómo iba a pagarla? La economía en Japón en aquel entonces iba muy bien, todo el mundo tenía dinero. Así que viajé a Japón en tres ocasiones para exponer mis obras, y con el dinero ganado, pude por fin  pagarla.



¿Cómo era la vida para un artista en El Escorial?

Yo soñaba con España en Japón. Y cuando vine aquí, era tal como lo había imaginado. Impresionante. Ahora ya no, ahora cualquier ciudad es igual a otra.

¿Qué o qué figuras artísticas te inspiraban de este país?

Empecé desde cero: influido por los más grandes, como Goya, Picasso…. Yo buscaba mi personalidad, necesitaba saber qué significaba la pintura para mi. Llevaba muchos años angustiado, mis cuadros no me salían bien. En mi primera exposición en Japón, conocí a Takeo Yamaguchi. Fue mi primer maestro espiritual. Él me enseñó a buscar el espíritu del arte, a hacer de mi vida una obra. Pero yo… seguía sin encontrar mi personalidad



¿La encontraste con Yamaguchi?

No. Estuve cuatro años trabajando para él, hasta que falleció a los 81. Cuando el murió, yo fui libre (pictóricamente hablando). Con el solo podía dedicarme al arte figurativo. Cuando murió, abrí los ojos y empecé a expresar lo que verdaderamente sentía. Empecé con el arte abstracto. No sabía nada, pero comencé a aprender mucho de artistas como Antoni Tapies o Manuel Millares. 

Pero mi angustia seguía. Yo estaba todavía estudiando, y seguía sin encontrar mi estilo. Hasta que un día encontré una revista de filosofía donde había artículos de Miguel de Unamuno. Eso era lo que yo buscaba, la respuesta a mi angustia. Fui a una librería a comprarme dos libros de él. Para mi eran la biblia, leía todos los días algo de aquellos libros. Y por fin, se acabó mi angustia.




Una vez encontradas las respuestas ¿por qué te decantaste? ¿Modernidad, tradición? ¿Cuál es tu estilo? 

Según hablemos del concepto o de la naturaleza del arte. Al principio pintaba sobre lo que sentía aquí en España, pintaba sobre sus luces y sus sombras. Cuando ya adquirí experiencia comencé a inspirarme en mis orígenes, me introduje en  lo abstracto, en lo minimalista… Pero nunca mezclo modernidad con tradición: o una cosa u otra. No me gusta mezclar estilos.

En realidad, mi estilo podría definirse como una búsqueda siempre estoy buscando.. Ya tengo mi camino, mi cabeza siempre está pintando. Si me proponen una exposición y tengo tiempo ¡me apunto sin pensarlo!  

¿Conociste a muchos artistas aquí en la sierra? ¿Había vida bohemia en El Escorial?

Sí la había. Conocí a varios artistas chilenos: como Sergio Castillo, que era escultor; o Carlos Vásquez, y Dolores Walker, ambos pintores. Solíamos reunirnos una vez al mes para cenar en el chalet de Sergio.

¿Cómo era vuestra relación? ¿Trabajabais juntos, o teníais proyectos en común?

Había muchos pintores, pero tampoco tenía contacto con todos. Lo que ocurre es que mi carácter es muy fuerte, soy muy puro en lo que se refiere al arte. Ellos hablaban de vender y de negocios. A mí me interesaba el arte, y no ser comerciante. Eso me molestaba y me enfadaba.



¿Y tú? Una vez asentado en España, ¿Cómo continúo tu carrera artística?

Cuando empecé a vivir en el Escorial, durante mi tercer año, el Patrimonio abrió una galería de arte, cuya dueña era Carolina Torres. Yo quería ir a Nueva York, necesitaba una obra grande. Carolina me dejó usar su espacio para pintar una obra de cuatro metros. 
Viaje de nuevo a Japón para exponer en una galería muy importante, donde contacté con los más famosos artistas. También hablé con el dueño. Todos hablaban de Nueva York ¡Yo también quería ir! Propuse mi obra al dueño de Gueda, y me dieron la oportunidad de ir. Fui al Soho y vendí, hice contrato y expuse varias veces, también en San Francisco. Una vez, incluso estuve a punto de firmar un contrato en NY. Pero finalmente, regresé a España.

¿Qué proyectos llevaste a cabo tras tu regreso?

En Madrid, conocí a un empresario que había abierto una galería, Rafael Calvo. Allí también expuse. Todo muy oscuro, muchas sombras… Algunos medios importantes como, ABC y El País publicaron críticas de esa exposición.




También fue muy importante para mi "El camino a Mishima", una exposición que realicé en el jardín de la Facultad de la Universidad de León. Yukio Mishima fue uno de los más populares escritores de Japón durante el siglo XX, autor de obras como El Templo de Oro. Su muerte fue muy famosa, se suicidó haciéndose el harakiri o seppuku. La instalación simulaba un campo de concentración, como Auswitch: las vías del tren, la alambrada… La esperanza contra la desesperanza... (abajo se muestra un fragmento de un reportaje televisivo donde hablaban de esa exposición).






Desde hace tiempo, te animaste también con la cocina, abriendo tus propios restaurantes en San Lorenzo. ¿Qué es la cocina para ti? ¿Un arte, un hobbie?

Fue y es mi medio de vida. Hace 20 años, tuvo lugar, como ahora, una crisis inmobiliaria. Al principio vivía del dinero de mis obras expuestas en Japón y Osaka, pero eso cambió. Ser artista era muy duro, lo veía todo negro. Los coleccionistas al menos me protegían, protegían mi vida. Hablé con un coleccionista con quien trabajaba entonces. Y él fue quien pudo financiarme para abrir la Taberna Yamaoka. Los negocios en ese local no funcionaban demasiado, estaba lejos del centro, de todo. Sin embargo yo tuve éxito, porque no había ningún restaurante japonés cerca. Fue una oportunidad de negocio muy buena. Pero yo no quería que el chico que antes tenía el local se fuera a la calle. Aquel año, había un quiosco abandonado en Florida Blanca. Yo alquilé ese quiosco y el chico pudo trabajar ahí.

¿Qué hay de los otros dos restaurantes, la Taberna Gran Manzana y el Babel Music Hall?

Hace dos años, me propusieron abrir el antiguo bar El Regina para hacer un music hall. A mi no me apetecía, pero me insistieron tanto que al final accedí. El local estaba en muy malas condiciones, y tuve que hacer muchas reformas. Costaba mucho dinero, y el ayuntamiento presiono para que no me dieran la licencia de obra. Además era un edificio histórico. José Bonaparte, el hermano de Napoleón, estuvo aquí durante su estancia en España. Por ese motivo, había muchas partes de la fachada y del interior del edificio que no podían tocarse. Finalmente pude conseguir la licencia. Conseguí el dinero vendiendo parte del restaurante Gran Manzana a una japonesa llamada Naomi. Ahora es el Kokokara. Aún tiene mi nombre en mi registro, pero el 50% está vendido y ya no es mío.

¿Y cómo va ahora el proyecto del music Hall?

Ahora estamos en periodo de prueba por decirlo así, pero os voy adelantando que este otoño haremos algunos cambios... El Babel Music Hall, cambiará de sistema.



Volviendo a la pintura ¿que tienes en mente¿ ¿Próximos proyectos?

El día 12 de septiembre, participaré en una exposición organizada por la Fundación Dorada, en el museo de Amelia Moreno (Ciudad Real). También expuse una escultura de dos metros,hace poco en El Escorial, en la Galería Edurne, pero ya finalizó.

¿Cuándo empezaste a trabajar en la escultura? ¿Fue algo simultáneo a la pintura?

Yo no estudié escultura, solo pintura. Mi escultura, como decía Miguel Ángel, tiene siete puntos de vista. Una pintura vista desde siete sitios. Mis esculturas solo tienen una cara, soy pintor y no escultor, mis esculturas salen de la pintura. 


¿Y la literatura?¿Has escrito alguna vez?

Escribí una novela, pero no la publiqué porque me daba vergüenza. También un guión para una película, pero no llegó a producirse. Era un cortometraje, y aquí los cortos, no son rentables.

¿Sobre que trataba?

Era un corto sobre Mishima, el escritor japones sobre el que hice aquella exposición. Un corto sobre la muerte. Siempre trato el tema de la muerte, en todas mis obras. Unamuno también hablaba sobre ella en sus escritos.

¿Dirías que la muerte es tu musa?

Sí, es mi musa, es el concepto de mi búsqueda. 


¿Crees que hay algo después de la muerte?

Puede ser que después d morir haya otra vida, pero nadie lo sabe, porque este mundo es todo lo que conocemos. Pero ¿y la conciencia? ¿Qué pasa con ella después de morir? Existen muchas investigaciones, pero nadie lo sabe. Sabemos que el cuerpo físico si puede morir, pero la conciencia sigue...no muere. Es como el tema de si hay un dios..... No se puede demostrar que exista un dios, pero tampoco que no exista. La existencia frente a la no existencia.... eso es mi arte. 

Unamuno, en 1918 también trató el tema de la conciencia. Hasta que descubrí su obra, no encontraba mi propia conciencia, mi ser. Antes siempre pintaba a los personajes de mis cuadros sin cabeza, no me sentía completo, no podía pintar cabezas.

¿Esos personajes de tus cuadros... están entonces muertos?

Están muertos en vida. Tienen cuerpo, pero no conciencia.

Hace casi treinta años, decías que Dios se había equivocado contigo cuando naciste, que tendrías que haber nacido en este país. Hoy por hoy ¿sigues pensando lo mismo?

Es que todo ha cambiado. Cuando llegué a España la primera vez, la descubrí tal y como me la había imaginado. Madrid era impresionante, en 1969. Ahora todo ha ido a peor. Ya no encuentro ese carácter. Hay democracia, pero todo, la economía, el país... está destrozado. Me molesta.

Y entonces, si volvieras a nacer ¿cómo sería tu vida?

Seguiría siendo pintor. Y nacería y viviría aquí. La multiculturalidad, la diversidad de orígenes de las personas que aquí viven, hacen de España un sitio especial. Nadie te mira diferente por ser chino, o japonés. Si, viviría aquí otra vez. 

¿No elegirías Japón?

No. Cuando voy a Japón me aburro. Siempre vuelvo. Hay demasiados japoneses (risas)








1 comentario:

  1. no os había comentado lo mucho que me gustó este artículo :O la historia de Yamaoka me atrapó, las fotografías.. pfff, SIN PALABRAS

    ResponderEliminar